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MORIR PARA VIVIR

 

Pastor Domingo Hernández

Capítulo 2

Libres de la ley del pecado y de muerte

Romanos 8:2-4 Porque la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús me ha librado de la ley del pecado y de la muerte. Porque lo que era imposible a la ley, por cuanto era débil por la carne, Dios enviando a su Hijo en semejanza de carne de pecado, y a causa del pecado, condenó al pecado en la carne. Para que la justicia de la ley fuese cumplida en nosotros, que no andamos conforme  a la carne, mas conforme al espíritu

Antes de estar en Cristo notemos lo que dice Pablo en la misma carta Rom. 7:14,24,25 “Porque sabemos que la ley es espiritual; mas yo soy carnal, vendido a sujeción de pecado.” “Miserable hombre de mí! ¿quién me librará del cuerpo de esta muerte? Gracias doy a Dios por Jesucristo Señor nuestro. Así que, yo mismo con la mente sirvo a la ley de Dios, mas con la carne a la ley del pecado.

Notemos: La ley y la carne están en conflicto, la carne por su ley de pecado es servida y por consiguiente la ley la condena y he ahí que está muerta por causa del pecado. La mente de Cristo en nosotros pues tenemos la mente de Cristo 1 Cor. 2:16 es la que sirve a la ley de Dios, eso es lo que quiere decir Pablo una vez que Cristo condenó al pecado en la carne cuando El murió en la cruz y ahora nuestro espíritu vive por causa de la justicia Romanos 8:10, Ahora no andamos en la carne sino en el espíritu, esto quiere decir que ya “no hacemos caso a la carne” Romanos 13:14 La carne mientras tenga vida tiene la ley de pecado y muerte, pero para Dios la carne murió para los efectos legales que acarreaba cuando Cristo murió porque también morimos con El en la cruz. 2 Cor. 5:14 Gálatas 2:20 “Con Cristo estoy juntamente crucificado, y vivo, no ya yo, mas vive Cristo en mí: y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó, y se entregó a sí mismo por mí.”

Por lo tanto ya no hay ley que condene al espiritual, al que nació del Espíritu Santo, para la nueva criatura que es de Dios, pues comprados hemos sido por precio. 1 Cor. 6:19,20

1 Cor. 2:15 Empero el espiritual juzga todas las cosas; mas él no es juzgado de nadie.

Juan 5:24 De cierto, de cierto os digo: El que oye mi palabra, y cree al que me ha enviado, tiene vida eterna; y no vendrá a condenación (juicio=crisis en Griego) mas pasó de muerte a vida. “Porque la la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús me ha librado de la ley del pecado y de la muerte.” Romanos 8:2 “Libertados del pecado” Romanos 6:18 “Muertos a la ley por el cuerpo de Cristo” Romanos 7:4 “Muertos al pecado” Rom. 6:2

Aunque la carne tiene y mantiene la ley del pecado y la muerte, Jesucristo nos libró de las consecuencias de esa ley en lo espiritual porque lo viejo pasó y Dios hizo una nueva creación haciéndonos nacer del Espíritu Santo. “Lo que es nacido del Espíritu, espíritu es y lo que es nacido de la carne, carne es.” Juan 3:3,6 Los hijos de Dios son los hijos de la promesa, los hijos del Espíritu Santo Romanos 9:8 y Gálatas 4:29

Dios produjo una resurrección en lo espiritual el día que resucitó a su Hijo de la tumba de José de Arimatea. La ley de pecado y muerte que pesaba sobre los predestinados ya nacidos en este planeta en rebelión o sea, en los que estábamos muertos en delitos y pecados, fue quitada por la ley  del Espíritu de vida en Cristo Jesús. “Aun estando nosotros muertos en pecados, nos dio vida juntamente con Cristo; por gracia sois salvos; juntamente nos resucitó y asimismo nos hizo sentar en los cielos con Cristo Jesús.” Efesios 2:5,6

“...la operación de la fortaleza de Dios la cual obró en Cristo, resucitándole de los muertos...Efesios 1:19,20 “Y de ella recibisteis vosotros que estabais muertos en vuestros delitos y pecados.” Efesios 2:1

Ya la ley de pecado y muerte que está en el cuerpo mortal y caído del ser humano, no  puede separar, destituir y matar al espíritu nuevo que es el tesoro en el vaso de barro. Las consecuencias de servir a la carne con la ley de pecado y muerte no afectará jamás a la nueva criatura, al predestinado concientizado, al elegido por gracia, al nacido de nuevo, al que fue librado para siempre de la ley del pecado y la muerte por la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús. ¡Gloria al Cordero de Dios!