Texto clave: "Porque lo que
era imposible para la ley, por cuanto era débil por la carne, Dios enviando
a su Hijo en semejanza de carne de pecado, y a causa del pecado, condenó al
pecado en la carne; para que la justicia de la ley se cumpliese en nosotros,
que no andamos conforme a la carne, sino conforme al espíritu." Romanos
8:3-4.
La encarnación de Cristo es la respuesta de Dios para satisfacer las
demandas de la ley. Todos sabemos que la la ley dice: Obedécelo todo,
necesito perfección en la obediencia, y cuando hablamos de este vocablo mal
interpretado, tenemos que aceptar que Pablo se está refiriendo a los cinco
libros de Moisés, llamados por nosotros Pentateuco y por los "judíos Torah".
Eran 613 mandamientos que podemos contar desde Génesis 1 hasta Deuteronomio
32.
1. Cristo cumple perfectamente la ley en la carne
La encarnación de Cristo fue la respuesta para condenar al pecado en la
carne. Su obediencia perfecta, incondicional a los preceptos de Dios, son la
victoria que nos garantiza la justicia de la ley cumplida en nosotros.
Hebreos nos dice de Cristo que "fue tentado en todo pero sin pecado." Ni la
más leve inclinación hacia el pecado se manifestó en la vida perfecta de
Cristo. El tomó el pasivo de la humanidad, pero no la propensión hacia el
pecado. Cristo nació con toda la maldición sobre la carne por más de cuatro
mil años, pero no heredó la condición pecaminosa trasmitida por Adán a su
descendencia. El ángel le dijo a María que su concepción era divina. Por
parte de María era la carne, pero por parte del Espíritu, era el mismo Dios
encarnado; con razón nos dice Pablo: "Grande es el misterio de la Piedad..."
1 Timoteo 3:16
2. Imposible obedecer perfectamente la ley en la carne
Pablo nos dice: "Por cuanto los designios de la carne son enemistad contra
Dios, porque no se sujetan a la ley de Dios, ni tampoco pueden." Romanos
8:7. Nacidos bajo la contaminación del pecado es imposible satisfacer la
demanda de la ley que es obediencia perfecta. Nadie ha nacido con esta
virtud de obedecer total y plenamente a Dios. Este verso citado nos dice que
nacimos repudiando y odiando lo que es bueno. Desde el mismo momento que
Adán pecó comenzó a esconderse de Dios, buscando pretextos para remediar la
ley quebrantada.
3. La ley condena al pecador y fue dada para el pecador
Todos nacimos bajo la condenación de la ley. "Por cuanto todos pecaron y
están destituidos de la gloria de Dios." Romanos 3:23. Así nacimos todos,
nuestra condición pecaminosa es congénita, no adquirida; somos pecadores
porque nacimos pecadores, esta es una condición en la que nacimos todos.
Pero las Buenas Noticias de Gran Gozo, es que Cristo nacido bajo la ley y en
la carne nos libró de la condenación de la ley. Ahora somos libres. Ya la
ley no nos condena, porque toda la condenación recayó hace mas de 20 siglos
sobre Cristo, el vino para librarnos de la condenación de la ley. La ley
sigue existiendo y es vigente, dice Pablo en 1 Timoteo 1:9: "Conociendo
esto, que la ley no fue dada para el justo, sino para los transgresores y
desobedientes, para los impíos y pecadores, para los irreverentes y
profanos, para los parricidas y matricidas, para los homicidas..." Es
después que Jesús nos salva que ya no estamos bajo la condenación de la ley,
somos libres no de la obediencia santificada a Dios, sino de la sentencia de
la ley que es muerte eterna.
4. La función de la ley
Los mandamientos de Dios son principios de conducta, nunca han sido
principios de salvación como generalmente se interpretan. Pablo lo dice en
Gálatas 3:24." De manera que la ley ha sido nuestro ayo para llevarnos a
Cristo para que fuésemos justificados por la fe." Un ayo era un siervo
encargado de llevar los niños a la escuela, allí terminaba su función. Así
mismo la ley cumple su función al mostrarnos nuestra condición pecaminosa y
llevarnos a Cristo que nos justifica por la fe:
La ley es como un termómetro, muestra la temperatura pero no puede cambiar
la condición del tiempo.
la ley es como una balanza; muestra nuestro peso, pero no puede añadir o
quitar una sola onza a nuestro peso.
La ley es como un espejo, nos muestra nuestras suciedades, pero no nos puede
lavar.
5. Justificados por Jesucristo
Es sólo Cristo quien nos puede limpiar de nuestros pecados y la maldición
que pesaba sobre nuestras vidas. Atribuirle poder salvífico a la ley es
cambiar y falsificar la Palabra de Dios, que nos dice: "Sabiendo que el
hombre no es justificado por las obras de la ley, sino por la fe en
Jesucristo, nosotros también hemos creído en Jesucristo para ser
justificados por la fe de Cristo y no por las obras de la ley..." Gálatas
2:16.
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