Hay
una fuerte corriente que intenta crear conciencia sobre salvación,
conversión, vida cristiana por el ejemplo. Este ejemplo es
apuntado hacia una persona en particular, un personaje Bíblico o
en la misma persona de Jesús.
Puede aparentar una posición muy atinada o religiosa, pero no ser
atinada bajo el fino ojo de la Biblia o de la voluntad de Dios. El
hombre fue creado de la tierra o con los elementos de la tierra y
no con la sustancia misma de Dios. El hombre fue despojado de la
naturaleza inicial debido a la consecuencia del pecado. Dios mismo
se refirió al ser humano como hecho de carne, o mortal, o dice que
el corazón del hombre es malo desde su juventud, en muy temprana
era, ver Génesis 6.3. Gen. 8.21
También podemos referirnos al testimonio de Pablo, al decir que no
hay justo ni aun uno. Rom. 3.10. “Todos se han descarriado, a
una se han corrompido. No hay nadie que haga lo bueno; ¡no hay
uno solo” Rom. 3.12 y cita a Ecl.7.20 Y Sal. 14. 1-3
Juan
nos dice 1 Juan 1.10 Si decimos que no tenemos pecado, nos
engañamos a nosotros mismos y la verdad no está en nosotros. Si
confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar
nuestros pecados y limpiarnos de toda maldad. Si decimos que no
hemos pecado, lo hacemos a él mentiroso y su palabra no está en
nosotros.
No
hay indicios que el hombre pueda ser modelo o sujeto a poder
copiar positivamente algún patrón, ya que estos testimonios nos
hablan de la imposibilidad de cambiar. La naturaleza del hombre es
corrupta.
Si
el hombre intentara hacer un cambio o tomar algún merito por el
ejemplo, estaría siempre en una situación desventajosa. 1.- O el
modelo es inapropiado e imperfecto, o 2.- No hay terreno fértil
para imprimir lo bueno por nuestra decisión, es decir la
herramienta o el pantógrafo para hacer la copia, no es ni en un
mínimo adecuado para esa labor.
Debido a esto, Dios proveyó la solución.
Envió a Cristo el Logos, a salvar por redención al mundo. Nos
deja claro que no lo envió con el fin de ser ejemplo, sino de
cumplir. Analicemos con detenimiento el texto del Apóstol Pablo en
Romanos 5.6-21:
Cuando éramos totalmente incapaces de salvarnos, Cristo vino en el
momento preciso
y murió por nosotros, pecadores. 7 Ahora bien, casi nadie
se ofrecería a morir por una persona honrada, aunque tal vez
alguien podría estar dispuesto a dar su vida por una persona
extraordinariamente buena; 8 pero Dios mostró el gran amor que
nos tiene al enviar a Cristo a morir por nosotros cuando todavía
éramos pecadores. 9 Entonces, como se nos declaró justos a
los ojos de Dios por la sangre de Cristo, con toda
seguridad él nos salvará de la condenación de Dios.
10 Pues, como nuestra amistad con Dios quedó restablecida por la
muerte de su Hijo cuando todavía éramos sus enemigos, con toda
seguridad seremos salvos por la vida de su Hijo. 11 Así que
ahora podemos alegrarnos por nuestra nueva y maravillosa relación
con Dios gracias a que nuestro Señor Jesucristo nos hizo amigos de
Dios.
Cuando Adán pecó, el pecado entró en el mundo. El pecado de
Adán introdujo la muerte, de modo que la muerte se extendió
a todos, porque todos pecaron. 13 Es cierto, la gente
ya pecaba aun antes de que se entregara la ley; pero no se le
tomaba en cuenta como pecado, porque todavía no existía ninguna
ley para violar. 14 Sin embargo, desde los tiempos de Adán hasta
los de Moisés, todos murieron, incluso los que no desobedecieron
un mandamiento explícito de Dios como lo hizo Adán. Ahora bien,
Adán es un símbolo, una representación de Cristo, quien aún tenía
que venir; 15 pero hay una gran diferencia entre el pecado de
Adán y el regalo del favor inmerecido de Dios. Pues el pecado de
un solo hombre, Adán, trajo muerte a muchos; pero aún más grande
es la gracia maravillosa de Dios y el regalo de su perdón para
muchos por medio de otro hombre, Jesucristo; 16 y el resultado del
regalo del favor inmerecido de Dios es muy diferente de la
consecuencia del pecado de ese primer hombre. Pues el pecado de
Adán llevó a la condenación, pero el regalo de Dios nos lleva a
ser declarados justos a los ojos de Dios, a pesar de que somos
culpables de muchos pecados. 17 Pues el pecado de un solo
hombre, Adán, hizo que la muerte reinara sobre muchos; pero aún
más grande es la gracia maravillosa de Dios y el regalo de su
justicia, porque todos los que lo reciben vivirán en victoria
sobre el pecado y la muerte por medio de un solo hombre,
Jesucristo.
18 Así es, un solo pecado de Adán trae condenación para todos,
pero un solo acto de justicia de Cristo trae una relación correcta
con Dios y vida nueva para todos. 19 Por uno solo
que desobedeció a Dios, muchos pasaron a ser pecadores; pero
por uno solo que obedeció a Dios, muchos serán declarados
justos.
20 La ley de Dios fue entregada para que toda la gente se diera
cuenta de la magnitud de su pecado, pero mientras más pecaba la
gente, más abundaba la gracia maravillosa de Dios. 21 Entonces,
así como el pecado reinó sobre todos y los llevó a la muerte,
ahora reina en cambio la gracia maravillosa de Dios, la cual nos
pone en la relación correcta con él y nos da como resultado la
vida eterna por medio de Jesucristo nuestro Señor. (La
negrita y los subrayados son míos). NVI
Intenta estudiar todo el pasaje, he puesto la negrita (bold) y los
subrayados (underline) para que sirvan de guía. Preferiría que tu
mismo llegaras a una conclusión, al mismo tiempo que lo hago para
no extenderme mucho.
La
Biblia si habla de un ejemplo y lo dice en relación con tomar
ejemplo de su humildad y amor desinteresado. Ver Juan 13. 12-17.
Aquí es un suceso muy específico en el lavamiento. Un ejemplo real
de una misión. Rom. 15.5 El apóstol hace referencia a ejemplo en
armonía aunque de acuerdo al contexto esta diciendo “de acuerdo a
la enseñanza”. En 1Pedro 2.21, hay una mención de Pedro en el
ejemplo de amor abnegado, aunque si seguimos leyendo hasta el v.
25, nos deja en claro, quien era El y quienes somos nosotros. Al
decir “por su herida fuimos sanados” deja asentado que ejemplo es
un vislumbre muy parcial del recurso humano.
En
la
segunda parte abordaré los orígenes de esta falsa teología del
ejemplo, algunas aportaciones de otros ángulos y las consecuencias
nefastas que han traído estas prácticas a la Iglesia, la familia y
a los creyentes en general.
Bendecidos.